30.5.13

Nunca jugar a baloncesto fue tan complicado

Un día de septiembre del comienzo de la temporada 1997/1998, cuando yo contaba con siete añitos, le dije a mi madre que quería apuntarme a un deporte. Mi madre por supuesto me dijo que sí y fuimos juntas al pabellón, que acababan de inaugurar ese mismo año y donde me quedé asombradísima por sus dimensiones.

Allí, nos dieron el folleto de inscripción donde figuraba toda la lista de deportes que se impartían, lista que sigue siendo bastante larga, dado la gran cantidad que se oferta en Jávea. Yo miré la lista, todos los nombres, leyéndolos a duras penas, dado que en ese momento sólo conocía y me gustaba el fútbol, lo veía por la tele y soñaba con conocer a Mendieta, pero nunca  jugar como él.

Elegí Baloncesto simplemente porque me gustaba como sonaba la palabra. No tenía ni idea de que era y mi madre aceptó sin problemas (más adelante supe que le di una alegría en mi elección, pues ella también había jugado de joven).

En aquel entonces hacían equipos por colegios, excepto en el mío que era concertado y no se podía por no se qué, así que me uní en entrenamientos y partidos al Colegio Vicente Tena. Mis primeros entrenadores fueron Jacobo y Gustavo Usagre, los cuales ahora siguen siendo miembros activos del club como jugadores (Jacobo) y como parte de la junta (Gustavo, al cual sustituí en la vicepresidencia). 

No recuerdo haber sido una gran jugadora en categorías de minibasket, me gustaba correr, que me pasaran y tirar a canasta sola, cosa que me sigue encantando de mayor (hacer contraataques es lo mejor!). Seguí pasando por las categorías y jugando con equipos mixtos hasta que, a principios de la temporada 2001/2002, me llegó una llamada procedente del club diciéndome que este año no jugaría en la categoría que me tocaba por edad -alevín- sino que entrenaría y jugaría con las infantiles.

Me quedé asombrada. ¡Iba a formar parte del equipo de las mayores! Y encima podría jugar también con el alevín, ¡dos partidos en un fin de semana! Estuve super contenta y se lo conté a todo aquel con el que me encontré en esos días. 

Además, como todavía pasa en el club, ser infantil significa... ¡entrenar en el pabellón! Por fin pisaría la pista verde del Palau, pasaría a jugar con las canastas grandes.

No se que pasó ese año. No me fue nada bien. A nivel deportivo si, la entrenadora estaba contenta conmigo... a nivel de equipo, no se soportaba que una alevín quitara el puesto a las caprichosas infantiles.

Con gran tristeza para mi madre, decidí abandonar el baloncesto. Elegí otro deporte (concretamente el kárate), donde estuve dos años y aprendí mucho.

El verano antes de comenzar la temporada 2004/2005, vi a la selección femenina de baloncesto jugar por la tele. Me vi todo el campeonato y lo supe: tenía que volver. AMABA el baloncesto y me lo dejé por no saber soportar la presión. ¡Ojalá me hubieran obligado a continuar!

Cuando regresé al club mis antiguos entrenadores se alegraron, no era una jugadora que diera problemas y además había crecido varios palmos en dos años. Dos años en los que había perdido mi último año alevín y en los que no fui infantil con la edad correspondiente. Habría aprendido taaantas cosas de haberme quedado...

Llegué siendo cadete de primer año y, en el primer entreno, Toni el mister (que continúa en el club!!) me preguntó si había jugado antes... pues claro que había jugado antes, era mi vida y todavía no me había dado cuenta.

En el primer partido de la temporada, el 14 de Noviembre de 2004 en la antigua pista del grupo escolar de Gata, faltando 5 minutos para finalizar el partido me rompí. Concretamente el peroné derecho. ¡Qué mala suerte! Un mes y medio de escayola, un trágico golpe personal que no viene a cuento y casi una temporada sin coger la pelota sin que me temblaran las piernas. ¿Qué me pasaba? Si yo sabía jugar al baloncesto bastante bien... eso dos años me pasaron mucha factura. Ganamos la liga sin que yo me sintiera muy partícipe de ella, la verdad. Pero bueno, nos bañamos en la fuente de al lado del pabellón, fue divertido.

Al año siguiente tuvimos un entrenador todavía peor que el anterior, la gente no venía a entrenar. Yo como siempre si y ese año tuve más minutos y muchos menos nervios, por lo que hice una buena temporada.

Llegó mi primer año juvenil y con él la llegada de Juan Luis, actual entrenador en Dénia que, a pesar de sus muchos defectos, fue el entrenador que más confió en mi. Hice una gran temporada y además empecé a reforzar al sénior, lo que, al igual que años antes con el infantil, fue un gran orgullo para mi (y para mi madre, que nunca se perdió un partido). 

Ese año fue el primero que tuvimos problemas de jugadoras. Gente que se iba, gente que el club tuvo que echar, equipo enfrentado...

La temporada de mi segundo año en juvenil fue la primera en la cual no tuve equipo de mi categoría. Se tuvo que dejar fuera a chicas sénior por incluirme a mi y a mi compi de batalla Ana María (entonces juvenil de primer año).

A partir de este año, las chicas de categorías inferiores fueron desapareciendo, no se apuntaban niñas nuevas y la sección femenina del club llegó a su mínima expresión al sólo contar con DOS EQUIPOS FEMENINOS en todo el club el año pasado. Un infantil completo (12 jugadoras) y un sénior en quiebra con sólo seis jugadoras. 

Vimos como una jugadora como Jessica se tuvo que ir a Dénia por ser más mayor que el resto y no poder hacer equipo cadete. 

Este año hemos tenido dos equipos femeninos, infantil y cadete, ambos con ocho jugadoras cada uno donde han pasado la temporada sufriendo por la falta de jugadoras. Las sénior hemos tenido que dejárnoslo o buscarnos otros equipos al no ser suficientes para vestir los colores verdinegros a los cuales nos sentimos representadas. Del equipo infantil del año pasado, al ser Andrea fichada por el Dénia, tuvimos que ingeniárnosla para recoger a cinco jugadoras nuevas para reforzar ambos equipos, o hubieran tenido que jugar todas en cadete.

Algo muy malo pasó en el club con la categoría femenina, algo que intentaré con todas mis fuerzas junto al coordinador Óscar y a Irene que no vuelva a pasar.

Ahora tenemos un problema que reside en ser casi una veintena de jugadoras cadetes, una juvenil y unas cuantas sénior que queremos volver a casa. ¿Seremos suficientes para hacer tres equipos? ¿Nuestras jugadoras abandonarán el club como hicieron mis antiguas compañeras de equipo?

¿En un futuro volveremos a tener equipos de todas las categorías? ¿Volveremos a tener algún equipo realmente competitivo con las jugadoras criadas en nuestra cantera? ¿Alguna de estas chicas seguirá el ejemplo dejado por Irene y por mi y lucharán por que las chicas del club tenga equipos en un futuro, cuando nosotras nos dejemos el baloncesto?

¿Tendremos algún día un equipo Senior Femenino completo formado por gente de la cantera como en el que comencé yo hace ya siete años?

Ojalá.

Como siempre y pase lo que pase... FORÇA JOVENTUT.

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